El transporte aéreo fue lo mejor frente al gran apagón

Ilustración generada con IA.
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En contraste con otros sectores, el aéreo mostró una notable capacidad operativa ante el dramático apagón que sufrió España y paralizó a todo el país (además de Portugal y parte de Francia), afectando especialmente a las infraestructuras de transporte. De los 6.000 vuelos previstos para el 28 de abril se operaron 5.656, lo que representa el 94 por ciento de la programación habitual, gracias a la coordinación con los gestores de los aeropuertos y de navegación aérea, respectivamente Aena y Enaire, y al esfuerzo de todos los profesionales implicados, desde control aéreo hasta tripulaciones y personal de tierra.

Enaire sufrió el fallo de energía y el corte de suministro que garantiza la comunicación entre controladores y pilotos. Las torres de control pudieron seguir gestionando vuelos con el aporte de electricidad y de datos caídos gracias a un sistema de contingencia, que permite que si esto ocurre pueda continuar operando. 

Desde que ocurrió el apagón a las 12:30 horas del día mencionado y hasta la madrugada de la jornada siguiente, hubo un brillante trabajo para proporcionar capacidad al 100 por ciento. La empresa pública Enaire se vio doblemente impactada, pues, por un lado, sufrió el fallo de energía y, por otro, el corte de suministro de los operadores de telecomunicaciones, fundamental para enlazar con un avión que está volando. 

Para el primer problema, los centros de control se apoyaron en sistemas de energía redundantes mediante generadores basados en grupos electrógenos previstos para este tipo de incidencias, que tienen una autonomía de hasta cuatro días, margen de tiempo suficiente para procurar de manera indefinida el suministro de combustible que les permite funcionar. El segundo es más complicado, ya que el apagón afectó a los medios de enlace entre los radares y emisores de comunicaciones con los centros que facilitan los proveedores, Telefónica y Evolutio. La provisión de voz y datos que los sustenta se vio afectada.

La monitorización en tiempo real para saber dónde se caía el servicio o dónde hacía falta un técnico fue fundamental, a través del comité de crisis de Enaire, en coordinación con Eurocontrol, Aena y las compañías aéreas. Se decidió que para mitigar el impacto se adoptaran diferentes medidas de control de afluencia, con restricciones preventivas en la capacidad, permitiendo que fuera segura, criterio que siempre prevalece en todas las actuaciones del transporte aéreo. Por su parte, Aena también activó sus comités de crisis en todos los aeropuertos, que siguieron operando gracias a sus respectivos grupos electrógenos de contingencia. 

Las principales incidencias fueron por motivos externos y se produjeron en los accesos a los aeropuertos debido a los problemas del transporte público y privado, que se sumaron a las naturales regulaciones de Enaire. Sobre las pernoctaciones en las terminales por los vuelos cancelados, no hubo grandes aglomeraciones y los servicios que los aeropuertos prestan a los pasajeros funcionaron correctamente. 

El funcionamiento en red de los aeropuertos en España demostró su robustez y eficacia, porque contribuyó a mantenerlos operativos. Y es aquí donde se ve el trabajo de decenios que ha hecho que nuestras infraestructuras aeronáuticas estén preparadas para todo y ante cualquier circunstancia. Hay que felicitar a AENA, Enaire y a las empresas por la magnífica labor que realizaron ese dramático día.

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