Volviendo de Tenerife con Air Europa, fue uno de los vuelos más desastrosos que he hecho en mi vida. Había niebla en…

Ilustración generada con IA.
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Volviendo de Tenerife con Air Europa, fue uno de los vuelos más desastrosos que he hecho en mi vida. Había niebla en Los Rodeos, en el Norte, pero sólo 7 aviones se desviaron al Sur, al “Reina Sofía” y uno de ellos fue el mío. Aproximarme a la hora de salida, fui al mostrador de recepción de la sala VIP para preguntar si tenía retraso y el agente me dijo que creía que se había desviado al otro aeropuerto chicharrero y que tenía que ir a la puerta de embarque, sin previo aviso de la aerolínea. Me confirmaron la mala noticia y me indicaron que tenía que salir a través del “finger”, recoger el equipaje (que no tenía) en la cinta y que allí me darían indicaciones. 

Me dirigí al estacionamiento y abordé en el primero de los autobuses que nos trasladarían al Sur, en medio de un cierto caos. Era de una incomodidad manifiesta y en el trayecto vi en la “App” de la aerolínea que me habían cambiado de mi asiento de pasillo de salida de emergencia de la primera fila al 39K del Boeing 787, en la cola, sin salida de emergencia y en el centro. Me faltó tiempo para ir al mostrador habilitado por su inepto agente de “handling”, de Avapartner para pedir explicaciones y que lo enmendaran. 

El inútil del empleado me dijo que el asiento válido era el original y que el nuevo era porque como no se hablan sus sistemas y lo asignaban aleatoriamente para cerrar el vuelo. Fue un craso error. El ”fast track” de seguridad no reconoció mi privilegio como “Sky Priority”, aunque lo utilicé. Y la espera para el embarque fue monumental, como de hora y media, pese a que el avión y la tripulación estaban allí. Y después el embarque fue lentísimo, porque no leía los QR y tenían que comprobar con el DNI el nombre para darnos por embarcados. Luego otros 20 min, esperando en la plataforma para que la jardinera, que estaba delante, nos llevara al avión, Sólo había una jardinera para llevar a más de 300 pasajeros

En el tercer mundo lo hubieran hecho mejor. Aunque en Tenerife-Sur no opere normalmente la aerolínea mallorquina, no es inusual que se desvíen por mala meteorología en el Norte, con lo que tendrían que tener contratado un agente de “handling” más preparado, Pero parecía que a nadie le importaba nada. A bordo fue un caos, porque había pasajeros en filas que no existían, otros que estaban en Business y tenían butaca en turista…  En medio de esto yo decidí quedarme en mi lugar original, en la primera fila en pasillo, que era salida de emergencia. Con la segunda jardinera decidieron que cada pasajero se sentara en donde le saliera de las narices, aunque tuviera pagado uno determinado. 

Y seguimos acumulando retrasos con una tripulación desbordada e incompetente y un comandante que decidió irse al “Reina Sofía” que ni siquiera dio una simple voz pidiendo disculpas por el retraso. En los dos asientos de al lado se situaron dos señoras que parecía que conocían a alguien y a las que invitaron a bebidas y “snacks” y les dieron conversación. A mí, como titular del máximo nivel (Platino) del programa de viajeros frecuentes “Suma” (que podrían cambiar el nombre a “Resta”) de Air Europa, no me dieron ni la hora. Lo que me pareció alucinante es que en vuelo, con cinco horas de retraso y porque al comandante fue uno de los siete que no se sitió seguro para aterrizar en Los Rodeos, que en clase turista vendían el ‘catering’ en lugar de entregarlo gratuito como compensación. 

La llegada, como siempre en los 787 de Air Europa que operan a Canarias, fue otro desastre con la empresa de “handling” del grupo Globalia, Groundforce, desembarcando a través de escaleras, después de un largo lapso hasta que llegaron las jardineras. No he vuelto a volar con Air Europa y mi percepción sobre esa aerolínea está por los suelos. 

Estrené la nueva sala VIP de Latam en el aeropuerto de Lima, que tiene dos partes, una para los clientes de las categorías más altas de su programa de viajeros frecuentes y los pasajeros de “Premium Business” y otra para el resto. Es grande, muy variada de hábitats y excelente de “catering”. 

El estreno fue doble, porque también disfruté desde allí a Santiago de la nueva “Premium Business” de sus Boeing 787, en donde pasan de seis asientos-cama por fila a cuatro, en cabinas con puerta y cómodas y ergonómicas. No están mal (muy bien en comparación con la anterior configuración), pero me esperaba algo más. Me gustan sus tonos oscuros, que camuflan mejor la suciedad. En el mapa de asientos no se diferencian los asientos laterales que están más pegados a las ventanillas y los de los pasillos, como brillantemente hace Iberia. De hecho, yo elegí uno que corresponde a una cuaderna del fuselaje que no tiene ventanilla. 

El ”catering” era aceptable, pero sin tirar cohetes. Es decir, que lo que anuncian a bombo y platillo como excepcional me decepcionó, aunque es muchísimo mejor que su producto anterior. Tenía un almuerzo en la capital chilena y una cena en la argentina y en único vuelo que me cuadraba era uno de Latam, que iba al lejano aeropuerto de Ezeiza. En cualquier caso, como llevaba equipaje de mano y no había absolutamente nadie en el control de pasaportes (incluso tuve que esperar que cuatro agentes de inmigración terminaran su, me imagino, agradable charla), me dio incluso tiempo a ir brevemente al hotel. 

Últimamente, voy mucho a Estados Unidos, incluyendo a Orlando, a donde ha comenzado a volar Iberia y es la primera aerolínea regular que enlaza España con esa ciudad estadounidense, francamente recomendable. A estas horas del partido debería plantearme la vida de una forma más tranquila. Al día y medio de regresar fui a desayunar al aeropuerto Montevideo y luego seguir a Santiago de Chile, donde estuve un día y medio y seguí para Lima.

En otro viaje después hui ida y vuelta en el día desde Buenos Aires a Salta en Aerolíneas Argentinas. En ambos casos recibí un correo electrónico de Aerolíneas comunicándome un retraso en cada uno de los segmentos. No me vino mal, pero podía haber salido del hotel una hora más tarde. La parte de vuelos nacionales del Aeroparque “Jorge Newbery” del centro de Buenos Aires sí tiene una agradable sala VIP, a diferencia de la parte internacional. 

El vuelo de ida fue en un Boeing 737-8 estrenado dos días antes, con una clase ejecutiva (Premium Economy) con nuevas butacas de alta densidad, pero sólo cuatro por cada una de las tres filas. No me entusiasmó, pero desde luego era mucho mejor que las de alta densidad en Europa que son las mismas de turista, pero con el asiento central libre. A la vuelta era un 737-800 con butacones de clase ejecutiva (cuatro por fila). En ambos casos el “catering” era el aburrido emparedado de jamón y queso que entregan a todas horas y en todos los vuelos en esa clase.

Al día siguiente fui de Aeroparque a Montevideo en Embraer E190 de Aerolíneas (tres asientos por fila). Yo iba en la fila dos (en realidad la primera, pues delante tiene un armario) en un asiento que está solo y como los dos de la fila uno estaban libres, le dije a la cretina de la sobrecargo que me iba a cambiar y no me lo permitió por un tema de carga y centrado, que ya me lo han vetado alguna vez. Si pasar de la fila uno a las dos mis 88 kg. y vestimenta alteran el centro de gravedad de manera importante, ese avión no debería ser aeronavegable, Sin comentarios. Al día siguiente regresé a Madrid desde la capital uruguaya.

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