Lo rescates y los precipicios

Una primera conclusión en relación a los rescates gubernamentales a sociedades en crisis –a través del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI)– es que han beneficiado fundamentalmente a conglomerados turísticos, lo cual no quiere decir que lo hayan hecho al turismo y queremos ser muy contundentes en esto. Se ha dado cientos de millones de euros a empresas que, posiblemente, no se lo merecían y que, en ciertos casos, estamos convencidos que no se devolverán y agujerearán más el bolsillo de los contribuyentes.

El primero –y el segundo más alto que se ha concedido– fue a Air Europa, de 475 millones de euros, pero canalizado por dos vías para evitar la fiscalización de Bruselas. Consta que el luego dimitido ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, mintió sobre las circunstancias de la aprobación. Se estima que la deuda de esta empresa está en torno a los 900 millones de euros, que ni con excelentes cuentas de resultados en los próximos veinte años podrá devolver. Es curioso que su competidor, Iberia, salve el que entre en causa de disolución prestándole 100 millones de euros convertibles a capital, que conociendo cómo se maneja la familia Hidalgo con sus socios, esperamos que los responsables sepan atarlo muy bien de cara a IAG.

Los Hidalgo también se beneficiaron de otros 320 millones para Ávoris, en donde fusionaron Viajes Halcón, operación que ya se está demostrando que es un fracaso, pero buena para los bolsillos de ellos. Está muy manida, y no por ello menos grave, la polémica entrega de 53 millones de euros a la insignificante e investigable Plus Ultra, justificada por la ministra portavoz del Gobierno por su importancia para la economía española y trascendencia en el sector turístico, que por ello debería haber dimitido. Su desaparición no representaría nada y hay demasiadas sombras sobre las relaciones de sus accionistas con el Gobierno venezolano y español.

Boquiabiertos nos dejaron los 85 millones para Grupo Wamos, que pocos días después de tenerlos en sus manos anunció que su filial Wamos Air dejaba de operar vuelos regulares y se va a dedicar sólo a los de ocasión y charter. El recibir un rescate de 200 millones no le ha quitado la prepotencia al máximo responsable ejecutivo de Volotea, Carlos Muñoz, que siempre ha mirado a los españoles en general por encima del hombro, incluso cuando su dinero le saca del atolladero.

Muy bien están los 111 millones otorgados a Air Nostrum, con múltiples rutas y aeropuertos en los que no operan otros y que sirve para vertebrar mejor a este país y unirlo con lugares que sólo podían hacerse con conexión en grandes aeropuertos. Pensamos que habría que premiar a empresas que no han pedido ningún tipo de ayudas y que cumplen con sus compromisos, como Binter y Swiftair. A esto hay que añadir otros 394 millones más a diversas empresas turísticas. Y todo esto en un escenario del verano que ya se vislumbra record, con ocupaciones y precios elevadísimos, pero que puede ser la antesala de caídas provocadas por una crisis económica mundial y española palpable.


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