Rusia intensifica el jamming de GPS en Europa: impacto creciente en aeropuertos y aerolíneas tras el incidente del avión de von der Leyen

Ilustración generada con IA.
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El pasado 31 de agosto, el avión que transportaba a presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen sufrió una perturbación de navegación atribuida a interferencias de GPS al aproximarse a territorio búlgaro. Esta situación obligó a la tripulación a apoyarse en procedimientos no dependientes del satélite y a completar el aterrizaje de forma segura, en un episodio que las autoridades europeas vinculan a la campaña de guerra electrónica rusa contra objetivos civiles y oficiales en la región. 

La OTAN elevó el tono y advirtió de respuestas ante una táctica que considera parte de la presión híbrida sobre Europa, por parte de Rusia. Las perturbaciones GNSS (GPS, Galileo y otros) han aumentado de forma notable desde 2022 en corredores del Báltico, el Mar Negro y el Mediterráneo oriental, con múltiples incidentes registrados por autoridades de aviación y marítimas en la UE y países nórdicos, que señalan el origen en sistemas de interferencia ubicados en Kaliningrado y áreas fronterizas rusas y bielorrusas. 

Datos de los reguladores aéreos bálticos indican un fuerte repunte de este tipo de incidentes: en Letonia se registraron 820 casos en 2024, frente a 26 en 2022, reflejando la expansión geográfica del fenómeno.

Los efectos operativos en aeropuertos y aerolíneas varían según la infraestructura local: grandes instalaciones mantienen aterrizajes seguros gracias a sistemas instrumentales alternativos (ILS/VOR/DME), pero aeródromos dependientes de GPS, como Tartu (Estonia), han sufrido interrupciones; de hecho, Finnair suspendió su ruta Helsinki‑Tartu del 29 de abril al 31 de mayo de 2024 tras dos regresos por interferencias que impidieron la aproximación. La propia aerolínea explicó que sus aviones detectan jamming y cuentan con otros sistemas de navegación, pero mientras Tartu no disponga de un procedimiento sin GPS, la operación es inviable en entornos de perturbación sostenida.

Las aerolíneas europeas han incrementado la preparación operacional: briefings específicos por zonas de riesgo, rutas y niveles que evitan hotspots (puntos o zonas donde se concentran riesgos o una actividad inusual), y conmutación a navegación y aproximaciones basadas en radioayudas terrestres e inerciales cuando el GNSS es degradado, de acuerdo con recomendaciones de seguridad y comunicados de operadores. 

En paralelo, autoridades marítimas y de telecomunicaciones en el Báltico han emitido avisos y restricciones —incluidas prohibiciones temporales de drones— para reducir riesgos colaterales, subrayando que la dependencia exclusiva del GPS incrementa la exposición a incidentes de seguridad.

Técnicamente, la amenaza combina jamming (anulación de señal) y spoofing (engaño de posicionamiento), con fuentes fijas y móviles que degradan o falsifican coordenadas, afectando a aeronaves en niveles bajos y medios y a la navegación marítima en áreas densas del Báltico. Investigaciones de la Universidad Marítima de Gdynia y el Centro Aeroespacial Alemán (DLR, siglas de Deutsches Zentrum für Luft- und Raumfahrt), reforzadas por datos satelitales de Spire, han identificado patrones de interferencia persistentes y casos de emisores embarcados en aguas internacionales próximos a Kaliningrado, coherentes con una estrategia flexible y difícil de prever.

En el plano regulatorio, la EASA actualizó en 2024 su Boletín de Información de Seguridad sobre interferencias GNSS para alertar a operadores y tripulaciones, y en junio de 2025, junto a IATA, lanzó un plan integral centrado en mejorar el reporte y monitorización, fortalecer la prevención y mitigación, optimizar el uso de infraestructuras y la gestión del espacio aéreo, y coordinar a autoridades y sector para construir resiliencia. Este enfoque busca pasar de contener eventos a anticiparlos, con trabajo conjunto con la OACI y con la industria, para integrar procedimientos, entrenamiento y redundancias tecnológicas que mantengan la navegabilidad segura frente a una amenaza en evolución.

La dimensión estratégica trasciende lo técnico: la Alianza Atlántica advierte que las interferencias forman parte de una campaña de presión híbrida “en todo el flanco oriental”, y la Comisión Europea ha señalado que, desde Finlandia hasta Chipre, el incremento de eventos exige una respuesta continental coordinada que combine diplomacia, sanciones y medidas de defensa tecnológica. 

En Bulgaria, pese a la gravedad del caso del avión de von der Leyen, las autoridades optaron por no abrir investigación específica alegando la generalización del jamming, un síntoma de normalización preocupante que refuerza los llamamientos a actuar antes de que se produzca un incidente grave.


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