Embraer ya había clasificado la propuesta como «congelada» en 2023, a la espera de avances en nuevos sistemas de propulsión. El desarrollo dependía directamente de la aparición de nuevos motores capaces de reducir el consumo de combustible y las emisiones.
El anuncio lo ha hecho Francisco Gomes Neto, presidente y director ejecutivo de Embraer, durante la presentación de los resultados del tercer trimestre, y marca el fin de una de las iniciativas más esperadas del sector: un programa que incluso generó conceptos y representaciones públicas entre 2020 y 2021, y que no alcanzó la viabilidad técnica.
Embraer está reorientando sus esfuerzos hacia nuevas áreas tecnológicas y de mercado. Los estudios en curso se centran en plataformas a largo plazo, con un horizonte de cinco a diez años, orientadas a soluciones de propulsión eléctrica e híbrida, así como a posibles aeronaves de mayor tamaño que la actual familia E-Jet E2.
En el mercado existe la expectativa de que Embraer pueda, en el momento oportuno, avanzar con un proyecto capaz de competir en el mercado dominado por el Airbus A320 y el Boeing 737 MAX, programas que juntos han estado en funcionamiento durante casi cuatro décadas y representan las últimas generaciones de sus respectivos diseños.



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