Ya en 1910, tan solo siete años después del primer vuelo de los hermanos Wright, los pioneros de la aviación idearon un rudimentario sistema con un barril colgado de un marco para simular el comportamiento de los primeros aparatos. Durante la I Guerra Mundial aparecieron los primeros dispositivos electromecánicos para emular maniobras y, en 1929, se construyó el primer simulador funcional: el célebre “Link Trainer”. Este dispositivo fue ampliamente usado en la II Guerra Mundial junto al “Celestial Navigation Trainer”, que permitía a tripulaciones enteras de bombarderos practicar navegación nocturna en un habitáculo cerrado.
Simulador de una aeronave Boeing B737 de la escuela de formación aeronáutica Aviation Group. Foto: Aviation Group.
La evolución tecnológica trajo consigo importantes hitos. En 1940 comenzaron a aplicarse computadoras analógicas para calcular ecuaciones de vuelo y en 1948 la empresa Curtiss-Wright desarrolló un simulador para el Stratocruiser de Pan American que, pese a carecer de vistas externas, reproducía con realismo el funcionamiento de los instrumentos. Desde 1977, con la llegada de cabinas dotadas de ordenadores, las aerolíneas empezaron a extender su uso masivamente. Hoy, los Full Flight Simulators con movimiento permiten que las horas de entrenamiento computen oficialmente como horas de vuelo, avalados por reguladores como la EASA o la FAA.
Los simuladores actuales permiten enfrentar tormentas, engelamiento (formación de hielo sobre las superficies de la aeronave) o fallos de motor, sin riesgo real. Además de entrenar habilidades técnicas, son un recurso valioso para trabajar la conciencia situacional, la gestión del estrés o la comunicación en cabina. El análisis posterior de cada sesión, el “debriefing”, ofrece a los instructores una herramienta pedagógica clave para diseñar planes de mejora. Otro aspecto cada vez más relevante es la sostenibilidad, ya que entrenar en tierra implica un ahorro considerable en costes y en emisiones contaminantes.
Simulador de Aviation Group. Foto: Aviation Group
En España, escuelas de formación aeronáutica como Aviation Group ha apostado firmemente por esta tecnología y la han acercado incluso a aficionados. Desde su sede en el campus de la Universidad Rey Juan Carlos en Fuenlabrada, la empresa imparte formación profesional en mantenimiento aeronáutico, ofrece cursos para tripulantes de cabina de pasajeros y permite tanto a alumnos como a pilotos profesionales realizar sesiones oficiales de simulador en cabinas de Airbus A320 y Boeing 737, incluyendo un moderno B737 AR diseñado para entrenamiento avanzado. Además, los entusiastas de la aviación que sueñan con pilotar también pueden experimentar la sensación de vuelo en un entorno seguro y realista, con sesiones acompañadas por instructores.
Simulador de Aviation Group. Foto: Aviation Group
De un sencillo barril expuesto al viento a cabinas profesionales que recrean hasta el detalle más técnico, los simuladores de vuelo se han consolidado como una herramienta imprescindible en la aviación del siglo XXI, combinando formación rigurosa, experiencia de usuario y sostenibilidad.
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