Francisco Gómez, delegado jefe de la sección sindical de Sepla en Ryanair, ha señalado que la prolongada disputa entre la aerolínea y el gestor aeroportuario ha sobrepasado los límites de lo razonable y está generando perjuicios que trascienden lo meramente económico. En su opinión, el debate no debería centrarse en quién tiene mayor capacidad de presión, sino en el impacto sobre los trabajadores, las tripulaciones, el personal de tierra y los viajeros.
Ryanair sostiene que operar en algunos aeropuertos regionales encarece de forma significativa sus costes. En el caso de Santiago de Compostela, la compañía cifra el gasto en 11,38 euros por pasajero, frente a un promedio de 8,36 euros en todo el grupo, lo que representa un 36,12% más. Según la aerolínea, esta diferencia reduce la competitividad de sus operaciones en el aeropuerto gallego, dado que la política empresarial se basa en mantener tarifas bajas para incentivar la demanda.
En este contexto, el anuncio del cierre de la base de Santiago implica que una treintena de pilotos serán trasladados a otros destinos. Para ellos y sus familias, subraya el Sepla, esto supone un cambio drástico en sus condiciones de vida y conciliación, un aspecto que el sindicato considera olvidado en el debate público.
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