La reciente crisis de los radares en Uruguay revela serias dudas sobre la futura gestión de la Aviación Civil en este país



Es notoria la escasez de recursos de la Dirección Nacional de Aviación Civil e Infraestructura Aeronáutica (DINACIA), bajo la órbita del Ministerio de Defensa, que ha hecho gala de sus mejores recursos negociatorios para obtener en préstamo un radar secundario Indra y sistemas periféricos que permitieran solucionar parcialmente el deficitario cuadro heredado de la administración anterior, de la recibió un sistema de sensores obsoleto para el el sur del país, con varios episodios dudosos antes de dejar de funcionar, oportunamente advertidos por la actual jerarquía.

Ello obligó a los citados y  fructíferos recientes contactos, así como a otros con la autoridad aeronáutica brasileña para intentar recibir repuestos para el sistema más antiguo, aunque de fiable diseño Thomson-Thales. Próximamente, se debería poner a punto, si hubiera disponibilidad financiera, otro radar MSSR Indra, del año 2000, instalado en la ciudad de Durazno, al centro del país, que no se actualiza desde hace años, al menos desde que hace un trienio se detectaran inmensos nidos de aves apostados en el dispositivo.

De forma similar, se registran grandes dificultades a nivel de personal, numerosos retiros mediante, y grandes problemas respecto a los aeropuertos del interior, gran parte de los principales, a ser licitados próximamente, así como el antiguo edificio del viejo aeropuerto de Carrasco, tras lo cual, a excepción de los cánones a percibir, pocos recursos genuinos restarían para obras y mantenimientos, inclusive de sistemas informáticos centrales, que la agencia gubernamental especializada, Agesic, hace un tiempo encontró, mayoritariamente en malas condiciones.

En el último cuarto de siglo, el dinero generado por la Dinacia, sea por operaciones, sobrevuelos, hangarajes, meteorología, etc, casi en un 90% fue a parar a Rentas Generales y la Nación devolvió solamente el minúsculo monto restante, con el cual no fue posible volcar ni una mínima parte de lo necesario para el buen desarrollo de la actividad comercial y académica en materia aeronáutica.

La instalación de un Dirección de de  Transporte Aéreo en el ámbito del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, inicialmente con la intención de favorecer ex sindicalistas de Pluna afines al gobierno anterior, no aportó casi nada a este panorama, ya que la nueva dependencia aspira a la absorción de las rentas devengadas por la Dirección de Aviación Civil, de carácter más bien notarial, letrado y contable, aunque no a responsabilizarse por las estructuras y servicios técnicos, que quedarían a cargo ,como hasta ahora, de la Dinacia, aún con menos ingresos monetarios, de continuar la actual y pasada impronta.marcando las orientaciones. Por ello,  los  diferentes observadores coinciden en que, más allá de los aeropuertos a ser concedidos (ignorándose si, efectivamente, por todos habrá interesados), a cuyos titulares parece evidente, se sobrecargará con demandas adicionales tarde o temprano, poco se puede esperar del resto de la red aeroportuaria y servicios aerocomerciales anexos en Uruguay, de no cambiar la tendencia. (Javier Bonilla)

Copyright © Grupo Edefa S.A. Prohibida la reproducción total o parcial de este artículo sin permiso y autorización previa por parte de la empresa editora.