

Este labrador negro, integrante de la Unidad Operacional de Seguridad Preventiva Ezeiza y detector de sustancias explosivas, en el principal aeropuerto internacional del país, inició tareas denominadas de habituación para abandonar los aeropuertos y asentarse en su hogar adoptivo, ya que alcanzó la máxima edad operativa dictada por las normativas y la experiencia operacional.
Su paso por la PSA dejó importante huella, por eso los oficiales lo despidieron con un emotivo homenaje. Hoy día, la inclusión de canes en los grupos tácticos y de control es de vital importancia, demostrando que su instinto y capacitación puede lograr resultados impresionantes.
Normalmente, cuando concluye su vida operativa en instituciones de seguridad, se determina que continúa su vida particular, con quien fuera su guía y camarada durante tantos años. Un justo premio para estos animales, que dieron tanto a la sociedad.