El verano de 2025 evidenció una presión significativa sobre la operativa aérea en el aeropuerto de Barcelona–El Prat, que concentró la mayoría de las rutas internacionales con mayores incidencias. La conexión con Niza registró el porcentaje más elevado de cancelaciones y retrasos, con un 6,84% de los vuelos afectados. El análisis de Flightright indica que 20 de los 21 casos fueron cancelaciones, lo que pone de relieve la fragilidad operativa de este enlace en temporada alta.
Otras rutas con origen en El Prat que presentaron índices destacados fueron Barcelona–Tel Aviv, con un 4,89% de vuelos alterados, y Barcelona–Praga, con un 4,71%. La ruta con Israel acumuló casi a partes iguales retrasos y cancelaciones, mientras que en la conexión con la capital checa el impacto se concentró exclusivamente en cancelaciones. Barcelona–Ginebra (4,55%) e Ibiza–Milán Malpensa (3,64%) completan la lista de trayectos internacionales más afectados del verano.
En conjunto, las rutas analizadas sumaron 53 cancelaciones y 25 retrasos, repercutiendo en aproximadamente 15.000 pasajeros. Estos datos refuerzan la tendencia de que los enlaces internacionales desde España, especialmente los gestionados por aeropuertos con un flujo elevado como El Prat, presentan mayor exposición a irregularidades operacionales en periodos de alta demanda.
En contraposición, las rutas nacionales mostraron mejores índices de puntualidad, aunque más de 8.000 viajeros se vieron perjudicados. Bilbao–Barcelona se situó en primera posición con un 3,45% de incidencias, seguida de Alicante–Barcelona (2,62%), Málaga–Palma de Mallorca (2,22%), Tenerife Norte–Sevilla (2,18%) y Tenerife Norte–Barcelona (1,97%).
Flightright recuerda que, conforme al reglamento CE 261, los pasajeros cuentan con derechos de compensación ante retrasos y cancelaciones, aunque advierte de que una eventual reforma de esta normativa, como la que pide la Asociación Europea de Aerolíneas Regionales (ERA), podría reducir el alcance de dichas garantías. La compañía considera esencial mantener estos mecanismos de protección en un contexto en el que la estacionalidad sigue condicionando la eficiencia de las operaciones aéreas en Europa.
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