Polémica por el nuevo aeropuerto de Lisboa



Media docena organizaciones ecologistas denunciaron por su fuerte impacto el estudio ambiental que permite el futuro y económico aeropuerto de Lisboa/Montijo, donde actualmente se enclava una base aérea, en el estuario del Tajo, después de varios decenios valorando opciones. Se pretende facilitar que se duplique el tráfico de pasajeros de 30 a 60 millones a partir de 2023, pasando de 38 a 72 movimientos/h. La crítica se dirige a que no se hayan calculado las emisiones de gases de efecto invernadero de los aviones, que chocarán con el objetivo del Gobierno de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, y que afectará al principal humedal del país, con una rica fauna protegida por tratados internacionales. La instalación es fundamental para descongestionar la actual, que se enclava a 24 km.. Tres partidos políticos contrarios (PC, Los Verdes y PAN) también son contrarios. Todos los partidos entienden que Lisboa necesita una alternativa, pero la ubicación les divide.

Frente a otras opciones, la reconversión de Montijo es la elegida por el Gobierno de António Costa, por ser la más barata y la más rápida en entrar en funcionamiento. La subida del nivel del mar, que podría llegar a 1 m. a final de siglo, también supondrá mayor trabajo para los ingenieros. Si no se modifica el proyecto, una de las actuales pistas de Montijo quedaría inundada con las mareas y tendrá una vida máxima de cuatro décadas. “El aeropuerto Humberto Delgado de Lisboa no está colapsado, pero sí agotado”, reconocía Francisco Pita, administrador de ANA-Aeroportos de Portugal. En 2008 se preveía que el primer aeropuerto nacional recibiera 19 millones de personas en 2018 y fueron 10 millones más. Este año superará los 30 millones y ocupa un pésimo lugar en un estudio sobre la puntualidad, la calidad de los servicios y las infraestructuras de Air Help: el 1.778º entre 4.000 aeropuertos. Hasta que se adapte Montijo, 1,8 millones de turistas dejarán de visitar la capital lusa porque no hay más capacidad.

La francesa Vinci, concesionaria de los aeropuertos del país desde 2012, correría con los gastos: 1.150 millones de euros hasta 2028, de ellos 500 para la adaptación de Montijo, 156 millones para obras de acceso y el resto para modernizar el actual aeropuerto de Lisboa, que seguirá siendo el principal. Montijo acogería los vuelos de las compañías de bajo coste si se les ofrece una fuerte rebaja de las tasas y creará 10.000 puestos de trabajo en la zona. Como alternativa, el Colegio de Ingenieros prefiere la cercana localidad de Alcochete, al igual que el PC y Los Verdes, al igual que los alcaldes de las vecinas Seixal, Moita y Setúbal. Un grupo de empresarios elaboró un plan muy detallado para instalarlo en Alverca, pero, si falla Montijo, cualquier otra alternativa significará un retraso de diez años más, tras medio siglo de búsqueda de una alternativa al actual, abierto en 1942.

Fotografía: Así podría ser el futuro nuevo aeropuerto de Lisboa.

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