El lío del aeropuerto de Ciudad Real

Ciudad Real, en las épocas de más trasiego, sólo hubo tres vuelos a la semana (en total registró 190.000 pasajeros) y el lamentable espectáculo de aviones ejecutivos de cazadores. Cada hora, un autobús vacío recorría los 15 km. que separan el centro de la ciudad del aeropuerto. José Manuel González Porro, en nombre de Tzaneen -la empresa que supuestamente cuenta con fondos chinos para comprar esa instalación y convertirlo en una puerta de entrada de mercaderías asiáticas- ofreció 10.000 euros por quedárselo, en el penúltimo capítulo de una esperpéntica historia que comenzó ocho años antes con la construcción de una infraestructura que pretendía generar el 8,5 por ciento del PIB (Producto Interior Bruto) de Castilla La Mancha. Tras cinco años en concurso de acreedores y una decena de ofertas fallidas, los administradores convocaron una subasta sin precio mínimo y con un aval de 2 millones de euros obligatorio para vender un aeropuerto privado prácticamente a estrenar y sin deuda. El 18 de junio el secretario judicial suspendió la puja por considerar que en el último momento se había incluido una opción de compra preferencial de los terrenos colindantes (la venta se refería a las 520 hectáreas de la pista, la terminal, la torre de control y el aparcamiento), que alteraba las bases. De las tres ofertas que se disponían a pujar, solo una depositó su aval. El secretario fue imputado por prevaricación, tras demandarle Tzaneen, y el juez decidió al cabo de un mes que la suspensión de la subasta no era legal. Cuando la volvió a convocar para el 17 de julio, solo permitió participar a la empresa que había depositado el aval. Tzaneen se encontró sola y ofreció los famosos 10.000 euros. Se trata de una sociedad limitada constituida en el mes de marzo con 4.000 euros de capital social por el ex secretario general de la aseguradora Mapfre, que ocupó el cargo hasta 2011. De momento no hay rastro de chinos, ingleses o estadounidenses, en contra de lo que dice la agencia de comunicación que ha contratado Tzaneen, cuyo nombre no es chino, sino que hace referencia a un parque natural surafricano. González Porro fue compañero en Mapfre de uno de los antiguos socios del propietario CR Aeropuertos, Ignacio Barco (consejero externo hasta 2008). También es constatable que hay 200 acreedores esperando cobrar una deuda de casi 200 millones y una empresa, la que se está liquidando, que invirtió 450 millones y no está dispuesta a perderlo todo. La administración concursal ha contraído otra deuda en créditos contra la masa por el mantenimiento de los últimos cinco años de 28 millones, que deberían pagarse con una oferta razonable. De momento, todos lo perderán si finalmente se cierra la operación en los 10.000 euros. La subasta permite que un nuevo comprador ponga, antes del 14 de septiembre, 28 millones de euros (el 70 por ciento del valor de tasación de la infraestructura) y se quede con ella. Algunos han señalado a CR Aeropuertos como posible artífice de una operación para quedarse de nuevo con la infraestructura a un precio menor y con la deuda saneada. El aeropuerto costó 450 millones (170 millones de Caja Castilla la Mancha) y se creó pensando en convertirlo en un centro de distribución de tráfico (hub) de carga capaz de competir con Barajas, funcionando las 24 horas del día. Estaba preparado para mover a 2,5 millones de viajeros al año y 100.000 toneladas de mercancías. Tiene una pista de aterrizaje de 4,5 km. y un suelo urbanizable de alrededor de 1.240 hectáreas. Posee la última tecnología en la gestión de maletas y un despliegue de fibra óptica y cable de cobre que vale millones de euros. Se construyó una pasarela hasta las vías del AVE y Adif aprobó un apeadero, que lo mantendría conectado con el centro de Madrid en sólo 50 minutos. En el momento de su inauguración ya había 200 personas contratadas y el primer avión comercial no llegó hasta al cabo de seis meses. Un cúmulo de errores judiciales permitieron a una minúscula empresa española hacerse con el aeropuerto.

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