El inminente y previsible arribo de una nueva ola de Covid-19 sume en la incertidumbre a la aviación comercial argentina



El inminente y  previsible arribo de una segunda ola, más la peligrosidad  de nuevas variantes del COVID 19,  que estallan  en distintos lugares del planeta,  han puesto nuevamente en la mira limitaciones a la actividad aerocomercial, agravadas en el caso del país, como ya ocurrió en el pico del pasado ejercicio, por una falta de coordinación y diálogo entre las compañías aéreas  y las autoridades del área.  En ese marco de incertidumbre,  el clima imperante llevó en los últimos días  a cancelaciones casi sobre la hora  de varias operaciones internacionales.

Debido a  los anuncios del Presidente Alberto Fernández,  tomaron fuerza  las palabras de funcionarios y especialistas que proponían medidas más moderadas antes  que cerrar las fronteras.  Lo que se decidió, por ahora, es una “sugerencia” para evitar los viajes al exterior, especialmente en grupo y con carácter turístico. De todos modos, los técnicos  coinciden en que no se debe descartar, que  con el correr de las jornadas,  otras medidas podrían restringir aún más, la actividad.

Tiempo atrás,  mediante la Decisión Administrativa 135 se ordenó a las compañías aéreas  reducir un 30% los vuelos desde y hacia Estados Unidos, Europa y México y un 50% a Brasil. Luego, una nueva decisión administrativa determinaba que los vuelos hacia México, Europa, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y Chile se redujeran otro 30%, a Brasil el 20% y a Estados Unidos otro 10%. Para  finalmente llegar, en días pasados, a directamente prohibir los vuelos a México, Chile y Brasil, que se sumaba a la prohibición que ya existía para vuelos a Londres. La orden  dejaba sin efecto, también, las programaciones a otros puntos ya aprobadas por lo que las aerolíneas debían gestionar otra vez las autorizaciones.  O sea,  regresar  al mecanismo del comienzo  de la crisis sanitaria, cuando las operaciones  internacionales eran autorizadas individualmente,  como “especiales”. Pero todo con un problema adicional, tal cual es que  las compañías  debían reprogramar sus vuelos para que haya un distanciamiento entre operaciones de  horas.

Este tiempo horario  entre vuelo y vuelo no hubiera ocasionado mucha tensión ya que una docena de servicios por jornada eran más que suficientes,  el límite de dos mil pasajeros internacionales diarios para poder ser testeados sin mayores inconvenientes, algo que las líneas aéreas  debían coordinar entre sí, lo cual no es tan fácil.

Esta decisión de la ANAC de dar por suspendidas  las programaciones aprobadas y volver a  presentar las  nuevas  que tuvieran en cuenta  las restricciones,  provoco varias cancelaciones  internacionales, como las operaciones de la pasada  Semana Santa de American Airlines a Estados Unidos, de Turkish  y de Lufthansa , además de alguna aerolínea del viejo continente. La autoridad nacional insistió en que ellos jamás han  cancelado operaciones, que fueron las compañías  las que lo hicieron.

Las jornadas  siguientes fueron complejas, con autorizaciones que llegaban minutos antes para un vuelo desde Europa, demoras en las aprobaciones, y operaciones  que las empresas  debieron  suspender, en tiempo de la Semana Santa, ante la incertidumbre reinante.

Las autoridades de Buenos Aires  buscaron  justificarse  por las suspensiones  apuntando en una información  hacia las empresas: “En atención a información errónea que se ha dado a conocer, respecto de que se han suspendido vuelos hacia otros destinos, ANAC hace saber que dichas suspensiones son decisión y responsabilidad completa y absoluta de las líneas aéreas de que se trata, las que pueden preferir suspender los vuelos por cuestiones de índole comercial y no necesariamente por la crisis sanitaria”.

En definitiva, que las cancelaciones las provocaban  las propias compañías  ante la carencia de pasajeros. American, por las dudas, aclaró que tiene aprobados por ANAC en abril un vuelos diario a Miami y uno semanal a Dallas.

Entre las líneas aéreas  existe el clima  de  miedo implementado desde las autoridades nacionales y evidentemente, dio  resultado entre los posibles viajeros , en particular ante la posibilidad de convertirse en viajeros de  vuelos frustrados y quedar detenidos en un aeropuerto, como ya ocurrió en varias oportunidades, además de tener que afrontar  los costos para una “repatriación”, los testeos y los tiempos de cuarentena, lo que ocasiono  que las suspensiones de reservas para los próximos meses aumentaran  violentamente, agravando aún más la situación. Los viajeros turísticos tienen miedo de quedar varados en algún aeropuerto, sin posibilidades de repatriación y debiendo hacer frente a mayores costes.

En estos días algunas líneas  fueron informando los vuelos autorizados, pero desde el Organismo Nacional no se comunicó concretamente cuales vuelos fueron autorizados y cuáles no, en caso de haber habido alguno. Al final, ante la disminución de la  demanda, las dudas, y las autorizaciones sin tiempo adecuado, varias compañías disminuyeron tajantemente  sus operaciones. Nuestros lectores saben perfectamente, que la actividad aerocomercial exige una precisa  planificación. No tener en claro las cosas significa, perder vuelos, coordinaciones, escalas y finalmente a los viajeros.

Está claro que muchos funcionarios toman decisiones desde un despacho, algunas veces fuera del espectro del negocio aerocomercial, más proclives a recibir recomendaciones del poder político, que por supuesto, no toma en cuenta los números azules de una compañía aérea, tan solo su realidad practica y cercana. (Luis Piñeiro)


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