Para un vuelo saliendo la Terminal 5 de Londres/Heathrow tuve que soportar cómo embarcaban...

Para un vuelo saliendo la Terminal 5 de Londres/Heathrow tuve que soportar cómo embarcaban, antes que los pasajeros prioritarios comercialmente, a más de veinte personas, claramente jubilados. Pregunté a una agente de British Airways el motivo y me dijo que eran impedidos, lo cual chocaba bastante conque ninguno utilizara silla de ruedas, ni bastón, ni fueran cogidos de la mano de nadie, ni acompañados de personal de asistencia y que se reían y empujaban como si estuvieran en el colego, sólo que eran un poco mayores, ni siquiera demasiado. Y aunque tuvieran alguna tara, claramente inapreciable, me pregunto cómo permiten el embarque de tanta gente supuestamente con menos capacidades de cara a una eventual evacuación de emergencia de la aeronave. El no cuidado de estos detalles es lo que hace que una compañía de servicios se merezca el calificativo de mala. No resiste una comparación la Terminal 4 con la pulcra y ampulosa 5 que emplean British, Iberia y los miembros de la alianza Oneworld, entre otras. En la 4 incluso el espacio para embarcar es incómodo, además que creo que el diseñador del recorrido y la distancia desde la puerta de embarque hasta la entrada a la aeronave, con grandes pasillos, recodos y bajadas, parece más propio de un psicólogo paciente de un hospital psiquiátrico. No le encuentro ninguna lógica y estoy seguro que supuso un gasto de construcción innecesario y un gasto de espacio, eso sí, amortizado hace decenios. Tampoco parece una maravilla el escáner corporal de seguridad del filtro “fast track”, en donde observar a los agentes con aspecto de “Alah es grande” y a las mujeres con el pelo tapado hace pensar que mejor que el Reino Unido se vaya de Europa. Después de ponerme en una estúpida posición erecta con las manos encima de la cabeza, visible a través de la cristalera sensora por todo el personal, sonó que me tenía que cachear uno de los fieles a Mahoma, que incluso quiso que sacara lo que llevaba en el bolsillo trasero del pantalón, que eran cuatro papeles. Muy útil es el escáner corporal y genial el personal que lo controla. En Heathrow, la alianza Skyteam tiene una buena sala VIP de dos pisos muy bien nutrida de comida, bebida, periódicos, revistas y espacios diferentes, un auténtico oasis en la Terminal 4, que un británico de pura cepa es reacio a pisar, ya que parece creada para emigrantes, turistas y personas de negocios de África y Asia. No es mucho más cómodo el inmenso paseo que hay que sufrir en París/“Charles de Gaulle” si hay que hacer tránsito de la terminal 2E a la 2F, incluyendo que, si uno no va avispado y pregunta, con total seguridad pasará el control de pasaportes llegado de Madrid (que en Orly no se efectúa, con lo que sus autoridades de seguridad deberían hacérselo ver) e irá a la zona de equipajes, en lugar de retornar a un camino de conexiones, con lo cual tendrá que volver a pasar un control de seguridad y de documentación. El recorrido inverso goza de las mismas características, amenizado con que el control de pasaportes biométrico (a la ida inexistente) se estropeó cuando yo llegué a él, obligándonos a ir por el manual, con desmadre entre los pasajeros que esperaban la fila y los que veníamos rebotados, mientras un gendarme negro controlaba que nadie pasara por el biométrico completamente dormido, desparramado en un taburete. Estaba ambientado en el aeropuerto de Dakar. El control de seguridad no tenía habilitado el acceso prioritario a los pasajeros que hemos pagado mucho o somos muy buenos clientes, o las dos cosas. Air France va en picado en calidad de servicio, cuando antes era una de mis favoritas entre las más o menos mediocres. La distancia entre asientos en la clase ejecutiva de sus aviones de fuselaje estrecho es inaceptable y esas butacas podrían ser perfectamente las de cualquier aerolínea de bajos costes, pero en “catering” mantienen el tipo, aunque sin satisfactorios dispendios. Los periódicos van desapareciendo del mundo del transporte aéreo y pasaron a la historia los tiempos en los que en los vuelos se ofrecían en todas las clases. Incluso en las salas VIP de AENA cuesta trabajo encontrarlos y el personal los guarda como oro en paño y en Air France ya no se ofrecen. Pese a que verlos siempre fue uno de mis entrenamientos favoritos en los aeropuertos y aviones, especialmente para hacer alguno de los pasatiempos, prima la ecología y me parece muy bien y espero que la conservación de este depredado mundo se afiance con el conocimiento de la juventud, aunque hay síntomas de que no esté siendo así. Utilicé por primera vez el nuevo ala de la terminal de Toulouse dedicada a los vuelos regionales, que permite el acceso caminando a los aviones. La traba es que han unificado los dos controles de seguridad de pasajeros que había en uno solo, bastante congestionado, justo en la otra punta, pero sería absurdo que me queje, cuando me gusta caminar. La planta de arriba de la sala VIP se ha sometido a una necesaria renovación que la ha puesto en condiciones. Y sigo sin entender por qué y para qué unas veces saliendo de allí se pasa control de documentación de la Gendarmería y otras no. Javier TAIBO

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