Con esta son 331 páginas las que he escrito...

Con esta son 331 páginas las que he escrito, pues han tenido el detalle de no exigirla los sagrados agostos de los españoles. Tengo que reconocer que en meses de agobio de tiempo no ha sido fácil cumplir con este compromiso. Y siempre me sorprendí por cuatro cosas. La primera surge del hecho que bastante gente me ha dicho que era lo primero que leían cada vez que estaba en sus manos esta revista. Tengo que reconocer que, aunque públicamente manifestara que era un síntoma de masoquismo desilustrado, ha sido siempre halagador y digno de agradecer, conocedor que en estas páginas hay materias que objetivamente valen mucho más la pena. En segundo lugar, la creencia de parte de los lectores que exageraba mucho las cosas, no sé si porque pensaban que mi vida era más aburrida u opinaban que un tono más dramático resaltaba el interés de la anécdota. Nada más lejos de la realidad. Nunca he relatado nada alejándome de la verdad, aunque la ironía y la calificación sardónica de sucesos han sido moneda común. Y es que, con cerca de 15.000 horas de vuelo y próximo a celebrar dos años enteros de mi vida navegando por los aires, no sólo me ha pasado de todo, sino que, posiblemente, mucho más de lo que hubiera sido estadísticamente normal. Hubo etapas en las que con inusitada frecuencia se producían en los aviones en los que viajaba problemas técnicos, en ocasiones relevantes, que hicieron que en esos momentos gente carente total de ignorancia mostrara reparos para acompañarme. También es oportuno aclarar que, estando volcado con el transporte aéreo y habituado con los buenos y malos usos de ese negocio, me convertí en un avezado observador de lo que ocurría y me fijaba en detalles que se le escapaban al pasajero normal. Como soy perfeccionista, que no perfecto, siempre me ha gustado que las cosas se hagan bien. Considero que cuesta el mismo trabajo hacerlas en este sentido que mal. Por eso he deplorado los abusos del personal de la aviación comercial, con derechos adquiridos absurdos y realización de malas prácticas o, simplemente, no obrar mejor porque siempre se hicieron las cosas de una determinada y no lógica forma, mientras detestaba también actuaciones de pasajeros. Como estoy aparentemente loco, prohibiría que los hombres embarcaran con pantalones cortos o bermudas, impediría que hembras y machos se descalzaran en las cabinas, que desluzcan pijamas traídos de casa u obsequiados por las aerolíneas y que se beba alcohol abundantemente a bordo; que niños de menos de doce años se apoltronen a gritos en las clases nobles; que obesos no compren dos plazas en los asientos de clase turista, etc., etc., etc., etc., etc. El tercer elemento que me sorprende es que mucha gente opina que en este foro me dedico exclusivamente a criticar desaforada y negativamente a todas las compañías aéreas que tienen la desgracia de transportarme, cuando la realidad es que creo que casi a la par ensalzo cosas buenas como ataco las malas que sufro en mis viajes por todo lo largo y ancho de este mundo. Con frecuencia me preguntan si las aerolíneas están preocupadas o indignadas de que me suba a sus aviones y yo pienso que están encantadas. Soy titular por mérito propio de los niveles más altos de viajero frecuente de Iberia, Air France y Air Europa. Lo fui en su día también de LATAM, United, Singapore Airlines y Spanair y seguramente me olvido de alguna. Pocos pasajeros en España tienen ese record, lo cual se traduce en que debo ser, no lo sé, un cliente anhelado por las aerolíneas por lo mucho que vuelo y en las clases en las que lo hago. Existe la creencia entre muchos sufridos lectores que a Iberia la destrozo viva con mis comentarios, cuando, al contrario, es mi aerolínea favorita hoy en los vuelos transatlánticos y casi siembre la pongo por las nubes, independientemente de supinos deslices de algún componente de su personal, como sucede en todos los ámbitos. Por último, en cuarto lugar, más de una vez una persona me ha dicho que cuando leían ‘Mi página’ me asocian con el tío gilito de los comics del ‘Pato Donald’. Posiblemente a los más jóvenes esto suene a chino y para no explayarme permítanme que les remita a “Wikipedia” para que lo entiendan. Nace de leer mis comentarios sobre las primeras clases de Singapore, Emirates, Air France, Iberia (etc.) y otras muchas y las ejecutivas de todas las demás. Es cierto que siempre pensé que para salir de casa hay que estar, por lo menos, con el mismo confort y bienes­tar que en casa y lo puse en práctica, además que mi ritmo de vida no permite que haga vuelos intercontinentales en turista, para estar cuatro días en tres destinos trabajando desde el primer minuto y durmiendo muy poco. Lo cierto es que en la mayor parte de los casos me he divertido escribiendo este panfleto durante los últimos treinta años, parece que para solaz de bastantes y horror de otros cuantos. A todos me alegro o lamento decirles que lo voy a seguir haciendo, no durante treinta años más, porque no creo que esté en condiciones mentales, ni físicas para hacerlo, aunque podría ser más entretenido todavía, pero si mientras me dé la mente para ello y la Dirección de esta magnífica revista me lo siga exigiendo. Felicidades por estos treinta años les deseo a mis queridos compañeros de trabajo, aventuras y de lectura. JAVIER TAIBO

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