Fui a Basilea para llevar a una ancianita pastora alemana no humana

Fui a Basilea para llevar a una ancianita pastora alemana no humana que va a terminar feliz sus días en el Sur de Alemania. Para llevar a un perro en bodega no hay mejor aerolínea que Iberia, y una vez más lo demostró. La simpatía del personal de facturación y de “handling” que se hizo cargo de ella para llevarla al avión no exagero que estaba rallando en lo emocionante. Incluso otros agentes se acercaron a acariciar a la viejecita, así como pasajeros. Es una alegría ver que este país va cambiando de mentalidad hacia el respeto y protección a los animales y el medio ambiente, aunque todavía queda mucho camino por delante. Por lo menos Kira en sus últimos momentos así lo vivió, olvidando una vida no muy afortunada hasta ahora. El vuelo desde Madrid fue una muestra más de que soy demasiado mayor y he volado demasiado. Tras cerciorarme a través de la coordinadora que estaba la perra embarcada y en el lugar adecuado y mostrar miradas no muy simpáticas por el trato de favor y amiguismo que la tripulación auxiliar dispendía hacia un piloto gorrón, que atendieron con primor aposentándolo gratuitamente en la tercera fila de “Business”, cabina en la que yo era el único pasajero de pago, la sobrecargo, que se percató de mi malestar no tardó en manifestarse. Tras saludarme como titular de la categoría “Infinita” del programa de viajeros frecuentes “Iberia Plus”, tímidamente dijo que nos conocíamos desde hacía decenios, pues habíamos coincidido en Río de Janeiro, dándome detalles que rememoré, no con la agilidad que hubiera deseado. Lo importante es que el vuelo fue magnífico. A la llegada pasé el control de inmigración y la duda radicaba en si tenía que salir por el lado suizo del “Euroairport” o por el francés y alemán. Tras llamar a la persona que iba a llevar a Kira a su nueva vida, quedó claro que por la parte helvética. La anterior vez que transporté a otro pastor alemán a Suiza, en ese caso a Zurich fue complicado, porque ignoraba que había que pasar aduana, control y pago de tasas arancelarias, que en el fondo era lo único que les importaba, como si fuera un microondas, y de hecho tuve que regresar a realizar todos esos trámites tras haber salido al estacionamiento de vehículos, para evitar problemas a futuro. Sorprendentemente la enorme jaula salió por la cinta de equipajes especiales rapidísimamente, a los pocos instantes de llegar yo al lugar y no faltaron voluntarios que, sin pedirlo, querían ayudar para manipular los 55 kg. de peso. Busqué un aduanero para realizar los engorrosos trámites, que me costó encontrar, y ante mi alucinada mirada dijo que no tenía que hacer nada y que saliera sin más. Dicho y hecho y la nueva vida de la perra comenzó. La siguiente escena es que el hotel donde tenía una cena y dormía estaba en las cercanías del aeropuerto, pero en Francia. Lo cómico es que para pasar la frontera hay que subir al tercer piso de la terminal y sin ningún control, ni puerta, simplemente acceder. Al día siguiente en horario de mañana regresaba en Easyjet, pues el vuelo de Iberia (son los dos únicos directos) era al final de la tarde. Había comprado asiento de salida de emergencia, que lleva aparejado prioridad de facturación y de embarque e ignoraba si pondrían dificultades para llevar en bodega la macrojaula desarmada. No fue así y la deposité en la cinta de equipajes de tamaños grandes, encaminándome hacia los controles de seguridad y de pasaportes, que traspasé ágilmente. El tiempo entre que el A319 llegó al estacionamiento y salimos fue mínimo y viajé muy cómodo, pues en los dos asientos contiguos no había nadie. El alojamiento provisional de Kira me lo entregaron en Barajas con bastante menos rapidez que Iberia en Basilea y asunto terminado. Añoro los tiempos en que Iberia Regional Air Nostrum volaba entre la capital de España y Sevilla, pues ahora lo hace Iberia Express, que no soporto, por mucho que sea para su matriz una excelente solución desde el punto de vista de costos y de operación. Eso sí, reconozco que son puntuales. La terminal del aeropuerto de San Pablo continúa anclada en el glorioso pasado de la Exposición Universal de 1992, aunque en el retorno en la misma jornada, de fiesta de la Comunidad Autónoma, estaba abarrotada de pasajeros, como en los viejos tiempos. Creo que ha tocado la hora de un buen maquillaje. Todas las instalaciones están caducas. No es así en Tenerife/Los Rodeos, instalación que estuvo a punto de fenecer después de su siniestralidad y el apogeo del “Reina Sofía”, ubicado en el Sur de la misma isla, que le llevaron a una actividad marginal, casi únicamente de vuelos interinsulares. La mejora de sus instalaciones y la liberalización del transporte aéreo lo colocaron nuevamente en su sitio y tiene hoy un notable tráfico e instalaciones modernas y atractivas, incluso con pasarelas telescópicas (fingers) dobles para agilizar el embarque y desembarque de los aviones de fuselaje ancho, como los A330 de Air Europa que a veces operan con Madrid. La Terminal 2 de Barajas, por cierto, está patas arriba, con obras interiores que no se ven, tapadas por grandes paneles que llegan hasta el techo en muchos lugares, impidiendo suponer en qué consisten. El caso es que AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea) se ha propuesto rejuvenecer ese edificio, que también es un hervidero de actividad. Seguro que lo conseguirán, aunque no entiendo el juego que tienen de quitar y poner pasillos móviles. JAVIER TAIBO

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