Optimismo moderado, por fin

La confirmación de las cifras sobre el turismo en lo que llevamos de año, al igual que la mejora de los hábitos de consumo, son un síntoma de que, dentro de la precariedad, la economía se mueve lentamente hacia una salida de la profunda y grave crisis que hemos padecido y seguimos sufriendo. Los aeropuertos están más llenos, los comensales vuelven a los restaurantes que han sobrevivido, que no son pocos, y existe una mayor alegría de promedio en el ciudadano, que observa con mayor preocupación ahora el que estemos en una sociedad que calificamos sin paliativos de corrupta. Se reclama a gritos una necesaria regeneración, que no puede quedar en meras palabras e intenciones, sino que se tiene que plasmar en hechos contundentes. El ciudadano, el elector, lo exige.

El buen año turístico se verá consolidado con unas perspectivas halagüeñas de cara a 2015, incentivadas con la privatización parcial del gestor de las infraestructuras aeroportuarias, que mientras se lanza a una nueva y potente internacionalización de sus inversiones, sin duda una actitud muy positiva. Sorprende, no obstante, que Simón Pedro Barceló, cabeza del grupo turístico familiar que posee la aerolínea Evelop, se haya considerado como consejero de ese ente, mientras su grupo de empresas mantiene un conflicto con AENA por la abortada construcción de un hotel en la Terminal 2 de Barajas, que la firma mallorquina no ha concluido.

En este contexto, una magnífica noticia son las previsiones de vuelta a los beneficios de Iberia, tras varios años extremadamente complicados y lastrados por una injusta y dura conflictividad laboral, que le pusieron contra las cuerdas. IAG y sus subsidiarias españolas, Iberia, Iberia Express y Vueling, son claramente el mayor activo del transporte aéreo en nuestra nación y su salud económica y financiera es vital para el buen desenvolvimiento de este trascendental sector de nuestra economía, que si estornuda, provoca una gripe.

Globalia sigue estabilizándose progresivamente, aunque el impulso de su filial Air Europa, gracias a la precaria situación que tuvo su principal competidora, Iberia, obviamente ha terminado, especialmente cuando ésta recupera mercados que abandonó por su rentabilidad negativa. Competir con una Iberia saneada en Iberoamérica no es fácil y requiere mucho músculo financiero, que el grupo con sede en Mallorca no posee, y al tiempo tiene que compensar las veleidades de redes de distribución de viajes del pasado, que hoy están trasnochadas, aunque en los mercados doméstico y nacional –que son los menos rentables– presenta batalla satisfactoriamente.

Insistimos en la necesidad de cimentar la recuperación de forma que desaparezcan los fallos estructurales que agravaron la crisis económica. Un marco laboral flexible, una política de inversiones incentivadora y coherente, la eliminación de la corrupción, que, visto lo que dicen los tribunales, también ha lacrado a este sector y un plan de desarrollo del turismo y del transporte aéreo son necesarios para mirar hacia el futuro con más tranquilidad.


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