Mi página Noviembre 2010

Alguien dijo que no debería criticar las aberraciones de algunos comandantes, que llevan a sus colegas sin asiento, sin máscara de oxígeno y sin cinturón de seguridad, porque me crea mala fama en ese colectivo. Tengo el máximo nivel de viajero frecuente en las tres alianzas globales del mundo (la Iberia Plus Platino y sus equivalentes); y el segundo (oro) en otra más de OneWorld; además de gozar del máximo también en dos cadenas hoteleras y ahora resulta que ciertos iletrados pretenden que me esconda por censurar ilegalidades de gente a la que se le debería retirar la licencia, en vez de ponerme una alfombra roja.

Conseguí no perder otro avión: huelga general al día siguiente en Francia, con todo el mundo movilizándose a última hora en automóvil y un solemne atasco en la autovía periférica de París para ir a Orly, donde el control de seguridad era, además, intenso, por presuntas amenazas creíbles de grupos terroristas. Embarqué en el último instante. A la ida había despegado con Air Europa a las dos y media de la tarde y de regreso a las ocho y media, en ambos casos en la Extra Crew Class, su ejecutiva. Se lo recomiendo si quiere adelgazar, gracias a la dieta alimenticia con la que obsequian a sus mejores usuarios. Por lo menos imposibilitó que acudiera a la jaula que definen como sala VIP en el veterano aeropuerto de la capital francesa.

En otra ocasión, el billete lo compré en la “web” de Air France, a través de la cual no pude sacar la tarjeta de embarque, ni tampoco en la correspondiente de Air Europa, que operaba el vuelo. El servicio de atención telefónica me sugirió que lo hiciera con la holandesa KLM (fusionada con la gala), que, sorprendentemente, sí la facilitó. Paso de intentar comprenderlo. Debe ser un efecto de la globalización.

Nuevamente imploro para que AENA instruya a sus agentes de los controles de seguridad con los mismos procedimientos: en unos aeropuertos nunca, como en el resto de Europa, hacen abrir estúpidamente la tapa del ordenador y en otros sí (es diferente incluso en Barajas entre las T1/T2/T3 y las T4/T4S); en unos obligan a quitar botas a los caballeros y cuarenta metros más allá, en otro filtro, no; en unos son amables y en otros se creen John Wayne tratando con los malos… Que hagan lo que quieran, pero lo homogeinicen. Lo contrario da imagen de falta de profesionalidad y de república bananera.

No hay personas más controladas e identificadas que los pasajeros de vuelos intercontinentales: han pasado una verificación de pasaporte y de su tarjeta de embarque por funcionarios públicos; que vuelven a comprobar los agentes de la compañía cuando abordan el avión, donde la tripulación tiene un listado con los nombres de todos y sus características especiales. Pues intentando desde mi asiento hacer una buena compra de artículos libres de impuestos y pagarla con tarjeta de crédito, yendo en Business Plus y aportando la tarjeta Iberia Plus Platino, el sobrecargo me exigió mi carnet de identidad para verificar que correspondía con el plástico. Le pregunté si creía que era robada y, ante una respuesta estúpida, rechacé seguir con la operación. El beneficio de su compañía y la comisión de la tripulación son los que han padecido una incompetencia insólita. Y yo ahorré en unos productos que, en el fondo, no necesitaba.

Como comandante simpático, uno de Air France, que, además de recibir y despedir al pasaje en la puerta de la cabina de pilotaje hilarantemente, dio tronchantes voces de explicación de lo que acontecía, nada esperpénticas ni molestas, provocando la sonrisa frecuente de los clientes, menos de la guapa dama que iba a mi vera, que parecía un clon de mi carácter y que no movió los labios salvo para dar impertérritas respuestas a las preguntas de los auxiliares de vuelo. Yo iba a París en tránsito a otro lugar de Europa y tanto el avión de llegada como el de salida los estacionaron en un remoto lugar, pese a lo cual hice la conexión sin problemas mayores. Pero es incómodo Carlitos de Gaulle.

No he podido estrenar los puestos automáticos de control de pasaportes de llegada en vuelos internacionales procedentes de países no firmantes del Tratado de Schengen de Madrid/Barajas, ya que siempre que estoy en esos filtros están inoperativos, pues los abren más tarde. No acabo muy bien de entender porqué una máquina automatizada tiene horarios de actividad, pero no creo que sea por descanso o por convenio colectivo. Somos extraños los españoles y en ocasiones producimos pitorreo.

Para conexiones horribles, el Aeroparque “Jorge Newbery” de Buenos Aires. Tenía que desplazarme de Asunción a Montevideo y la compañía uruguaya Pluna canceló el vuelo por razones desconocidas y sin que, para variar, me haya devuelto el importe del pasaje tres meses después. Las cuatro personas que íbamos juntas compramos billetes a Aerolíneas Argentinas, con tránsito en el aeropuerto metropolitano de la capital de su país. Tuvimos que desembarcar allí en autobuses para sufrir un ridículo control de pasaportes, de entrada, de salida y de entrada en Uruguay en la misma terminal, para volver a embarcar también mediante jardineras… en el mismo avión y con la misma tripulación. Un modelo de comodidad en la Clase Cóndor del viejo chiringuito de Air Comet.

JAVIER TAIBO


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