Las compañías aéreas se equivocan

A nivel de Gobierno, sindicatos, trabajadores y el entramado empresarial, parece deducirse que, para estar en la cima del empresariado español, los socios de las compañías aéreas no es bueno que permitan que paguen las nóminas puntualmente a sus trabajadores, sino que se las deben endosar a la Seguridad Social y FOGASA, como parece que está aceptadamente de moda, abonando consecuentemente esos haberes el Estado, es decir, todos los españoles.
Es más, no hay que pagar prácticamente a nadie en los meses anteriores a la suspensión de actividades, lo cual permitirá amasar una cierta fortuna, y deben esperar que alguno de ellos le pare la compañía para echarle la culpa de esa desgracia de deuda, evitando que lo haga algún medio o alto cargo, como una ministra cesada, incompetente y maleducada, y sus adláteres, que cedieron algunos de los valiosos activos no tangibles de Air Madrid a dedo a Air Comet por motivos nunca explicados y, visto lo visto, nada entendibles.


Parece que el negocio consiste en vender por un euro la aerolínea a cualquier jeta de turno sin ningún respaldo económico que ponga la cara a partir de ese momento, ya sea un “compra empresas” profesional, o uno de los endémicos aspirantes a dirigir una aerolínea mediante humo, como hay algún rechoncho iletrado llamando a todas las puertas siempre que hay problemas, teniendo varias quiebras en su historial. Se trata de negociar por debajo de la mesa la defensa de sus intereses, quitándose el marrón que le hayan creado –o ellos mismos– y durmiendo tranquilos y sin problemas, riéndose a sus espaldas del pueblo español. Con ese “compra empresas” debe pactar que, al día siguiente de “venderle” de esa esperpéntica manera la aerolínea, presente un concurso que le permita pasarse por la joroba a los acreedores.
En realidad se trata de no pagar nunca, sabiendo aquellos también, y lo aceptan con desazón, que no van a cobrar jamás por esa vía, ni por ninguna, ahorrándose, por tanto y conscientemente, millones de euros. El estilo de hoy trata de emplear las legislaciones mercantil, concursal, civil y laboral para aprovecharse de ellas en beneficio propio. Con estas artimañas podrán sentirse como uno de los empresarios aptos en el marco de 2010, quitándose un grave problema de encima y obteniendo así el olvido, o incluso las bendiciones de determinados medios de comunicación, que le abrirán las puertas del aplauso público de algún sector jerárquico empresarial, al que contribuirá a desprestigiar más, pero sin que parezca que esto importe. Los problemas pasarían a ser del “compra empresas”, que sin duda ganará dinero a costa de los acreedores.
¿Alguien se acuerda de Air Comet? ¿Dónde están las reclamaciones de sus pasajeros? ¿Algún acreedor de la antigua compañía de Gerardo Díaz y Gonzalo Pascual tiene esperanzas de cobrar algo de una deuda de decenas y decenas de millones de euros? ¿Al ministro de Fomento le han pedido y él ha dado explicaciones en las Cortes por la actuación de su departamento con esa compañía? ¿Dónde quedan las promesas incumplidas y afirmaciones sin fundamento de Díaz antes, durante y después de la debacle?


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