Air Comet, el “crac” de la incompetencia y la prepotencia empresarial.

Muchas cosas quedan por explicar del estrepitoso fracaso empresarial de Air Comet, plagado de falsedades, errores, soberbia, ayudas ocultas, pero, sobre todo, de incompetencia, pese a haber tenido todo en su mano para un éxito injusto. Nació de la traición a Oasis de algunos, que luego cayeron en desgracia, aunque parte con los bolsillos llenos, y cebada con una adjudicación de activos no tangibles por vía directa y echando tierra sobre Air Madrid y los diversos compradores que pujaban ansiosos por quedarse con esta aerolínea, en una acción que la impresentable, y finalmente cesada, ministra de Fomento, Magdalena Álvarez y su secretario, tendrían que explicar ante algún tribunal.

 

Los dueños de Air Comet no debieron ser conscientes tampoco del inmenso regalo que el Gobierno de Rodríguez Zapatero les hizo y se dedicaron a gestionar su propia inutilidad y miseria, acostumbrados a invertir poco o nada en gestión y a beneficiarse históricamente de prebendas, como derrocharon el regalo que nos obligaron a hacer a todos los españoles con Aerolíneas Argentinas y lo que ganaron con Pullmantur, después de haberse lucrado de la vaca de Spanair a través de Newco, Roda, Aebal, etc., hasta que a SAS tardíamente se le abrieron los ojos y se hartó.

Y no se debieron de dar cuenta, porque no lo aprovecharon. Comercialmente siguieron siendo la compañía charter que diseñó su ex socio (¿o no?), Antonio Mata, una de las personas más avezadas en este negocio en España, capaz de cosas que pocos se atreverían y muchos se negarían a hacer, haciendo chapuzas, menospreciando a muchos buenos profesionales y apalancándose en los mismos de siempre. Todo ello impartiendo lecciones gerenciales a un sector acomplejado por su escasa formación con un grupo de pies de barro y la mano en la cartera para pagar tarde y mal. Y no sólo en Air Comet.

La CEOE no debe estar presidida por alguien que no sabe gestionar su propia casa. Porque Air Comet no se ha estrellado por la crisis, ni la restricción del crédito, ni porque bancos y proveedores sean malos y les embargan, justamente por cierto. La situación próxima al coma de esta compañía data de mucho antes que España se sumiera en el abismo. Si el Ministerio de Fomento actúa con un 10 por ciento de los torpedos –y quizás habría que obviar al dios escandinavo– con que bombardeó a Air Madrid, no puede ser el interlocutor de los empresarios alguien que se va a encontrar con el dilema de proteger su agujereado bolsillo.

Y es vomitivo que en algunos medios de comunicación se haya comparado a los dueños de Air Comet con José Luis Carrillo, un auténtico caballero que ha cumplido con todos sus trabajadores más generosamente que la obligación que le correspondía, haciendo frente a un concurso de acreedores, sin abdicar de sus derechos con un contencioso administrativo contra el Ministerio de Fomento por sus actuaciones y procedimientos. El señor Carrillo puede mirar a los ojos a todo el mundo y los dueños de Air Comet ni siquiera a sus fieles empleados. El tiempo pondrá las cosas en su lugar.


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